2025-09-08
“No busco que amen a Eloy de la Iglesia, sino que lo entiendan”

El cineasta Gaizka Urresti presenta en el Festival de San Sebastián 'Eloy de la Iglesia: adicto al cine', un documental que recorre las luces y sombras del director vasco. Urresti reivindica su figura más allá de los prejuicios, subrayando cómo su vida y su obra reflejan las tensiones del tardofranquismo y la transición española.
¿Qué fue lo que más te atrajo de Eloy de la Iglesia para dedicarle un documental y cómo decidiste enfocar su figura?
Este documental tiene una larga historia. Oihana Olea, de Altube Films, sobrina de Pedro Olea, amiga de Eloy y productora de su última película, quiso impulsarlo tras la muerte del director. En un primer momento iba a dirigirlo Diego Galán, amigo íntimo de Eloy, pero no se consiguió financiación y, tras su fallecimiento, el proyecto quedó parado.
Hace tres años entraron en el proyecto TVE, el Gobierno Vasco y el Ayuntamiento de Madrid, lo que permitió retomarlo. Oihana me lo propuso justo después del Goya por Labordeta en 2023, y acepté, aunque ha sido muy difícil financiarlo.
Su biografía, con luces y sombras, me parecía muy atractiva. Dramáticamente tiene un arco de transformación muy potente: sus inicios en el cine desde muy joven, los enfrentamientos con la censura, el éxito, su relación con el Partido Comunista, la vivencia de su homosexualidad, los vínculos con chicos menores como José Luis Manzano, el descenso a los infiernos de la heroína y su posterior recuperación. Además, su vida y su cine explican bien el contexto histórico de la España del tardofranquismo y la transición.
Mi única conexión previa con él era que mi primera película como productor y coguionista, Chevrolet de Javier Maqua, se inspiraba libremente en su relación con Manzano. A Eloy no le gustó porque decía que nunca había vivido en la calle, aunque su vida y su cine estaban íntimamente unidos.
Partía del prejuicio del “director toxicómano” y de un cine que me impactó y turbó en mi juventud. Hacer este documental me colocaba en un lugar incómodo porque hasta ahora siempre había retratado a gente buena a la que admiraba. La pregunta que me acompañaba era: ¿se puede reivindicar a alguien éticamente no ejemplar? Al final, lo comprendí y hasta llegué a quererlo.
El documental destaca la influencia que su obra ha ejercido tanto en creadores como en espectadores anónimos. ¿Cómo se transmite esa huella en la película?
No diría que el legado sea el foco principal, porque el documental se centra más en explicar su vida a través de personas muy cercanas a él, personal y profesionalmente. Al principio pensamos incluir testimonios de cineastas contemporáneos, pero finalmente optamos por centrarnos en su propia historia.
Aparece, eso sí, Gaspar Noé, que nunca le conoció personalmente, que en 2023 presentó en la Cinemateca de París el ciclo integral de Eloy. Allí reconoció haberlo descubierto gracias al libro publicado por el Festival de San Sebastián en 1996 y habló con pasión de su cine.
¿Qué cree que descubrirán las nuevas generaciones en su cine y qué vigencia tienen hoy sus historias y personajes?
Tengo una anécdota reveladora. Durante el montaje trabajaba con tres becarios de unos veinte años a los que les mostré un premontaje. Se sorprendieron tanto que buscaron en Internet para comprobar si Eloy y sus películas eran reales.
Creo que al público joven le impactará su transgresión, la crudeza con la que mostraba realidades poco representadas. Como dice Pepe Sacristán en el documental, espero que no se fascinen demasiado porque su vida no es un ejemplo a seguir. Pero sí es fundamental entender el contexto histórico: el tardofranquismo, la muerte de Franco, la transición, la eclosión de libertades y también de la heroína y la violencia política y social. Sus películas reflejaban toda esa tensión.
¿Qué retos principales has enfrentado durante el proceso de creación del documental, ya sea a nivel narrativo, de investigación o de producción?
Narrativamente dejamos que Eloy se explicara en entrevistas, aunque solía mostrarse esquivo en lo personal. Muchos testimonios recogidos eran difíciles de comprobar e incluso ofrecían versiones distintas de un mismo hecho, como su relación con Manzano. En esos casos preferí contraponer miradas para que fuera el público quien sacara sus conclusiones.
En algunos momentos también opté por autocensurarme y no incluir detalles morbosos que no aportaban nada. Algunos colaboradores de su carrera declinaron participar. Quizá no querían recordar ciertas películas, o las agendas lo dificultaban. En contraste, Pepe Sacristán volvió a demostrar su generosidad, encontrando tiempo para todos los que lo llaman.
En la investigación recurrimos a los pocos libros publicados sobre él, especialmente Conocer a Eloy y Lejos de aquí. Además, contamos con sus autores, Carlos Aguilar y Eduardo Fuembuena, como entrevistados.
En producción, la falta de financiación fue un reto constante: varias instituciones nacionales y autonómicas nos dieron la espalda. También llegamos muy justos al Festival de San Sebastián: en mayo teníamos un primer premontaje que no nos convencía y corrimos durante mayo y junio para terminarlo casi al límite del plazo. Incluso en verano seguimos con procesos finales, porque nos hacía mucha ilusión que el estreno fuera en Donosti.
Presentar este documental en el Festival de San Sebastián, tan ligado al cine de autor y a las miradas comprometidas, ¿qué significado tiene para ti y qué esperas de la reacción del público?
Nos hace mucha ilusión presentarlo en San Sebastián, porque Eloy, de adolescente, viajaba desde Zarautz para acudir al festival, y allí nació su amor por el cine. Más tarde presentó aquí títulos clave como El pico u Otra vuelta de tuerca. Y, sobre todo, en 1996, la retrospectiva y el libro publicados sobre él supusieron su recuperación personal y cinematográfica. Es el festival en el que a Eloy le habría encantado que se estrenara su biografía.
A nivel personal, también es especial porque es la primera de mis películas como director que compite en Donosti, además, con cineastas tan talentosos —y muchos de ellos amigos— como Alauda Ruiz de Azúa, Jose Mari Goenaga y Aitor Arregi, Alberto Rodríguez, Agustín Díaz Yanes, Asier Altuna y otros., Todo un privilegio.
Del público espero que les ocurra lo que me pasó a mí: no busco que amen a Eloy de la Iglesia, sino que lo entiendan. Que vean cómo usaba el cine para rebelarse contra la opresión. Más que redescubrir su obra, me interesa reivindicar a la persona, con sus luces y sombras.
Después de su paso por el Festival de San Sebastián, ¿qué recorrido tendrá la película?
Ya está confirmada su presencia en el Festival de Sitges, en la sección a concurso Documenta, y en Zinebi, en Bilbao. Estamos pendientes de otros festivales nacionales antes del estreno comercial a finales de noviembre. Posteriormente empezaremos su recorrido internacional.
En televisión podrá verse tanto en Movistar como en RTVE.