2025-08-30
“Oraingoz izen gabe’ no se ha quedado obsoleta, parece hecha en la actualidad”

Casi cuarenta años después de su estreno, ‘Oraingoz izen gabe’ regresa al Festival de San Sebastián en una copia restaurada por la Filmoteca Vasca. Su director, José Julián Bakedano, repasa el origen de esta película pionera en euskera, rodada en 1987, y celebra su vigencia entre nuevas generaciones.
Para quienes no conozcan ‘Oraingoz izen gabe’, ¿cómo se la presentarías?
La idea surgió tras leer un cuento muy breve de Borges, ‘La intrusa’. Le propuse a Bernardo Atxaga que escribiera un guion inspirado en él. Finalmente, lo que escribió no tenía mucho que ver con el cuento original, así que no puede decirse que esté basado en Borges, pero sí nació de ahí.
Posteriormente reuní a un equipo de amigos, muchos de ellos no profesionales. Mi intención era hacer una película en el euskera vivido, de manera que los actores, como eran del duranguesado, hablan en euskera vizcaíno pero con expresión muy culta. El único actor profesional que formó parte del reparto fue Luis Iriondo, que desempeñaba el papel de juez.
La película la rodamos en 10 días, lo cual fue un récord porque dura 50 minutos. Se debía haber grabado en tres semanas, pero no teníamos dinero para más, por lo que realizamos muchos ensayos previos, durante tres semanas aproximadamente. Como se rodaba con sonido directo —lo cual para mí era fundamental en esta historia—, las tomas tenían que ser válidas a la primera. El director de fotografía fue Gabriel Beristáin, entonces afincado en Londres, y con él vino su ayudante John Mathieson, que después llegaría a ser uno de los grandes de Hollywood. Estoy muy contento de aquel trabajo porque conseguimos un resultado que gustó mucho al público.
¿Qué recepción tuvo en su momento?
Se estrenó en el Festival de San Sebastián en 1987 y después, gracias a un circuito organizado por el Gobierno Vasco y Caja Laboral, se proyectó en muchos pueblos euskaldunes. La gente se emocionaba al escuchar ese euskera vizcaíno tan cuidado. Para los guipuzcoanos era un poco más difícil de seguir, pero el público lo acogió con entusiasmo.
En aquella época, hacer cine en euskera debía de ser un reto...
Sin duda. Han pasado casi 40 años y entonces prácticamente no se hacía cine en euskera.
¿Alguna dificultad especial durante el rodaje?
Todo fue muy bien porque el equipo estaba entregado. Solo recuerdo que una noche tenía que llover y no lo hacía, así que tuvimos que llamar a los bomberos para que lo simularan.
¿Cómo surgió la restauración de la película?
Fue iniciativa de la Filmoteca Vasca, con Joxean Fernández a la cabeza. Se convocó un concurso internacional y ganó una empresa de Bolonia. No tuve que formar mucha parte del proceso porque los negativos originales de imagen y sonido estaban muy bien conservados en la Filmoteca Española. Los restauradores italianos hicieron un gran trabajo digitalizándolos y yo supervisé el etalonaje, cuidando especialmente que las escenas nocturnas no perdieran su atmósfera.
¿Qué sentiste al verla restaurada tantos años después?
Me sorprendió lo bien que está, impecable. La película luce igual que cuando la estrenamos.
¿Y qué supone volver al Festival de San Sebastián con ella?
Una alegría inmensa. Espero que después se pueda mostrar en muchos más lugares. Es una película que ha tenido recorrido: Euskal Telebista la ha emitido once veces, por ejemplo, y siempre ha recibido buenas críticas.
¿Qué mensaje mandarías a los más jóvenes para que la vean?
Les diría que es una película para ellos. Los protagonistas son jóvenes, la historia es intensa, dramática y entretenida. Y lo más importante: no se ha quedado obsoleta, parece hecha en la actualidad.